Nos bebimos las letras
para ahogar los recuerdos.
Nos fumamos las páginas
para asfixiar el dolor.
Los capítulos se
consumían lentamente en las llamas, para calcinar toda nuestra
historia.
Ahora nuestras memorias se
quedaron en cenizas, reliquias de un putrefacto y caducado pasado. Partículas que se difuminan con la gélida exhalación del alba.
Nace un nuevo crepúsculo
y sabemos cual será nuestro futuro.
Tendremos que ser dos
errantes más, en esta trastornada ciudad, jugando a silenciar y
olvidar lo que un día fuimos.